viernes, 3 de junio de 2011

Los páramos están mamados

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Los páramos son ecosistemas entregados, desde los orígenes, exclusivamente al trópico latinoamericano: por ello se afirma que son formaciones endémicas, esta es única, en el planeta, complejísimas, delicadas, protectoras de la vida en todas sus formas.

Los indígenas nos enseñaron sobre su uso, que siempre fue destinado a comunicarse con los dioses: eran sitios de recogimiento, de armonía y entrega entre los hombres. Nunca dedicaron los páramos, sitios intocables, a labores en contra de la naturaleza: no a la pesca, no a la caza, no a las quemas, no a la ganadería, no a los cultivos, no a la minería, solamente al culto integrado con la naturaleza.

Territorio de los dioses
Tenemos que meter, aunque sea a la brava, el principio sagrado “que el agua que hoy les llega hasta el cuello a los costeños del Atlántico, a los cachacos de la sabana de Bogotá, al Magdalena medio, a los tolimenses de Anaime… toda esa agua fabricada  biológicamente en los páramos, que si hoy está en desequilibrio es culpa del abuso económico globalizado de los humanos, y del manejo aberrado que hoy hacemos de estos sitios, que como las iglesias, son sagrados”.
No habrá diques que contengan las inundaciones, no alcanzarán los billones para reparar los daños, ninguna Alcaldía podría prevenirlos, las plegarias del Ideam desinformando que es ‘La Niña’, o sea la naturaleza, y no insiste en que el problema radica en las talas despiadadas, el uso indiscriminado de químicos, los montones de dinamita que derriban montañas sagradas, sembrando la muerte, ni menciona el exceso de bovinos que compactan el suelo, el individualismo, la codicia  y la competitividad… locuras que no aprendimos ni las inventamos los humanos, sino que dependen del desarrollo económico acelerado que nos obliga a pensar en una Gran Retirada, como la pregona Lovelock  en su libro la Venganza de la Tierra…  No bastarán los remiendos, será el comienzo de la derrota ambiental.

Una locomotora diferente
El dueño de las locomotoras debe, en el menor tiempo posible, -con berraquera-, atar todos los páramos colombianos a una de esas máquinas de tracción –locomotora- para convertirlos, de una vez por todas, sin reversa, en Parques Naturales Regionales y decretarlos al servicio del pueblo colombiano, especialmente pensando en los niños de hoy.

Y gritan los páramos
Nosotros, humildes pasajeros de Gaia, queremos entender este grito del páramo de Anaime, como un anuncio de que las providencias se están agotando, de la posibilidad del comienzo de una última venganza de los frailejones en contra de la desobediencia humana.
Recordemos que el primer grito de venganza de Gaia fue contra Federmann y sus invasores mercenarios, cuando se equivocaron de ecosistemas y los confundieron con los montes espinosos xerofíticos de Europa.

Con Adán Izquierdo
En otros tiempos, en los páramos del Tolima, le hicimos llegar una razón a Adán Izquierdo sobre el cuidado de estas fábricas de agua, e insistíamos en la necesidad de salvar a los osos de anteojos, evitar la tala de frailejones, las quemas, la pesca con dinamita… sobre la necesidad de conservar los páramos… En otra subida, arriba de Anaime, encontramos un letrero, escrito sobre la madera y como a la carrera, que informaba:
“Se prohíbe la caza, la pesca, la tala y las quemas en este páramo, multa de $200.000. La primera vez”.

Con los días contados
Es que ahora, a diferencia del pasado, los problemas son terminales, son berracos, estamos atrapados en un círculo vicioso de repercusión instantánea… se acabó el tiempo bueno… ahora lo que pasa en un sitio como los páramos, afecta rápidamente lo que pasa en otros lugares, pero con mayor impacto. Somos peligrosamente ignorantes de nuestra propia ignorancia y pocas veces conseguimos tener una perspectiva integral de lo que sucede.
“Hoy, en este momento climático, todo lo que ocurre con el agua de las ciudades lo hemos iniciado nosotros con el maltrato ignorante al ciclo precioso y complejo del agua a partir de los páramos. Tenemos que introducirnos a su conocimiento… es una invitación a firmar la paz con toda el agua del planeta en que vivimos”.

En los páramos de Anaime
Anaime es realmente la puerta al Cañón del río Anime, con una sucesión biológica tan especial que fue creando ecosistemas muy especiales en biodiversidad y endemismos, entre los cuales sobresalen los páramos y los bosques de palmas de cera.
El Tolima tiene dos cordones de páramos en las cimas de las cordilleras Central y Oriental, jalonados por volcanes nevados con nieve a los cinco mil 200 metros y con altitudes conocidas como “La Línea”, cuando se cruzan con carreteras y caminos, muchas con pendientes escarpadas y otras con planicies y ecosistemas de páramos que generalmente reciben el nombre de valles, y funcionan como verdaderos “centros de concentración hídrica” en donde se condensa y precipita la neblina, se almacena en profundos suelos orgánicos y brotan innumerables quebradas que van a formar importantes ríos en Tolima y Quindío.
Estos páramos bajos o subpáramos tienen una ecología más autónoma que los localizados en las paredes de los nevados, que dependen de una nieve que está desapareciendo; con menos capacidad de retención de agua; suelos agarrados de la pendiente; son más fáciles de conservar y tienen un sistema de tenencia de la tierra formado por medianos y grandes propietarios, sin minifundistas, lo cual facilita programas de incentivos por sus servicios ambientales.

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